La diosa Madre, Isis, murmura su secreto a través de los siglos: «Fuera de mí, no existe nada; la Luz está en mí». A quien escucha, ella le dice: «¡Busca en ti mismo y no en el exterior de ti!»
A veces te has preguntado porqué dentro de ti hay algo que no queda satisfecho con la información con la que nos llenan a diario, de quiénes somos, qué propósito tenemos aquí en esta existencia y de todas las teorías que se encuentran en todo este planeta; pues bueno, a mi también me pasó lo mismo y lo más interesante es que cuando empieza esa voz interior no dejas de “buscar” explicación, claro que en ocasiones la información llega hilando otra anterior y así sucesivamente, para ir formando la cadena que nos ayudará a comprender todo ésto, a entendernos, a encontrarnos, que es lo más lindo e importante que debemos hacer para poder llegar a la unión con El Todo.
martes, 17 de julio de 2012
mano u hojea sus páginas sin leerlas, tampoco el curso de su destino puede aportarle ningún provecho si no entiende el sentido; los acontecimientos se suceden como las páginas de un libro, vueltas por la muerte; él sólo sabe que aparecen y desaparecen, y con la última llega el final del libro.
Ni siquiera sabe que volverá a ser abierto una y otra vez hasta que por fin aprenda a leer. Y mientras no haya aprendido, la vida será para él un juego sin valor, compuesto de alegría y sufrimiento. En cambio, cuando finalmente empiece a comprender su lenguaje vivo, su espíritu abrirá los ojos y comenzará a respirar y a leer.
El libro del destino de cada hombre está lleno de sentido en la raíz, pero sus letras bailan y se confunden para aquellos que no se toman la molestia de leerlas tranquilamente, una detrás de otra y tal como están
colocadas.
Son los atolondrados, los codiciosos, los ambiciosos, los que fingen cumplir su deber, los envenenados por la ilusión de poder dar a su destino una forma distinta de la prescrita por la muerte en el libro. En cambio, aquel que ya no presta atención al acto de hojear, al ir y venir de las páginas, y no se alegra ni llora con ellas y se esfuerza por comprender una palabra tras otra como un lector atento, con la mente en tensión, verá pronto abrirse para él un libro del destino más elevado, hasta que tenga ante sí, como algo definitivo y sublime reservado a los elegidos.
Éste es el único camino para escapar de la cárcel de la fatalidad; cualquier otro proceder es una agitación
atormentada y vana en las fauces de la muerte.
Los más pobres de la vida son los que han olvidado que existe una libertad fuera de la cárcel, como aquellas
aves nacidas en una jaula, satisfechas ante el comedero lleno, que se han olvidado de volar. Para ellos no habrá nunca más una liberación.
El cuerpo no es capaz de nada, el espíritu lo puede todo. Desecha todo lo que es cuerpo y cuando tu Yo esté totalmente desnudo, empezará a respirar como espíritu puro. Unos empiezan de una manera, otros de otra, cada uno según la fe en que ha nacido. Unos, a través de una ardiente nostalgia del espíritu; otros a través de la perseverancia en el sentimiento de la certeza: procedo del espíritu y sólo mi cuerpo de la tierra.
Quien no profesa religión alguna, pero cree en la tradición, acompaña todo el trabajo de sus manos, aun el
menor, con el pensamiento constante: lo hago con el único fin de que lo espiritual que hay en mí empiece a
respirar conscientemente." El dominico blanco, Gustav Meyrink